jueves, 31 de marzo de 2011

¿Da lo mismo qué y dónde estudiar?

El Ministerio de Educación ha publicado los datos de ingresos económicos que percibe de los profesionales que estudiaron carreras técnicas (www.sies.cl) en contraste con los trabajadores provenientes de carreras con licenciatura. Esto evidencia que estas carreras son mucho más eficientes en la colocación laboral y en responder de manera oportuna a las demandas del mercado.

Por ejemplo, al cuarto año de trabajo los ingresos promedio de las carreras técnicas son de $520.000 y si lo enfocamos a las 10 primeras carreras mejor remuneradas este promedio sube a $750.000. Con estos datos son superadas muchas de las carreras tradicionales en el mismo periodo.

Esta ventaja no solo se refleja en estos indicadores sino que también debido a que las carreras técnicas son de más corta duración, por lo que los jóvenes salen al mundo productivo en el peak de su rendimiento laboral (20-22 años) y además son más sustentables en el presupuesto familiar, ya que se recupera más rápido la inversión.

Por mucho tiempo la sociedad ha diferenciado entre carreras técnicas y carreras con licenciatura, con una “mirada social”, o sea, las carreras técnicas se perciben con un status social menor frente a un ingeniero. Esta mirada se ha desarrollado durante largo tiempo netamente por diferencia de los ingresos. Pero al variar esta relación de ingresos o al menos a acortar la brecha, es más fácil ver que las diferencias radican en el rol desempeñado. No necesariamente una es más importante que la otra, solo son diferentes e importantes, porque el trabajo del técnico no puede ser desempeñado por un ingeniero y viceversa.

Actualmente en un mundo industrial se necesitan profesionales innovadores y capaces de desarrollarse integralmente, con un perfil marcado donde sepan qué hacer, que tengan una experiencia en terreno y un contacto más directo con la realidad. Las políticas públicas educacionales deberían avanzar más decididamente hacia un fomento de las carreras necesarias para el país, un claro ejemplo es la ayuda que se da a las pedagogías y sin duda un principio estratégico son los profesionales técnicos.

Sin duda que a las instituciones de educación superior nos pone grandes desafíos, ya que actualmente no hemos sido capaces de dar abasto a las demanda que tiene la industria, pero a la vez debemos tener cuidado en no caer en una desregulación en esta área. Es por esto que la política pública debería diferenciar las áreas que se quieren fomentar y establecer de manera clara los estándares de calidad que se quieren dar, sólo a modo de ejemplo, el 90% de de las 10 carreras con más alto ingreso, provienen del área tecnológica (mecánica, electrónica, salud, etc.) las que marcan una diferencia sustancial con otras áreas.

Actualmente la calidad no es homogénea, un dato revelador es el que arroja la sexta encuesta de juventud, la cual nos da a conocer que alrededor del 55% de los jóvenes no trabaja en lo que estudia. Este dato es altamente preocupante, desde la eficiencia de los recursos públicos, de los esfuerzos familiares y obviamente de la relación empresa – universidad. Todos estos efectos deben ser tomados de manera urgente para un diseño país en el fomento eficiente de un recurso escaso, lamentablemente hoy no da lo mismo qué y dónde estudiar.

Los desafíos del futuro son alcanzables en la medida que podamos avanzar de manera más rápida en una alianza estratégica Gobierno-Instituciones de Educación Superior-Empresa porque sin duda este círculo virtuoso es el que nos llevará al desarrollo del país.

Güido Alamagià Flores
Director Sede Viña del Mar
Universidad Técnica Federico Santa María

Desafíos para la Educación Superior

Desafíos para la Educación Superior

El Jefe de la División de Educación Superior, Juan José Ugarte participó en la Universidad Técnica Federico Santa María, en la 1ª Bienal de Educación y Mundo del Trabajo, planteando los desafíos del área orientados a mejorar la empleabilidad y competencia laboral.

En el marco de la 1º Bienal de Educación Superior y Mundo del Trabajo, organizada por la Red de Ex Alumnos, través del Centro de Inserción Laboral de la USM, el Jefe de la División de Educación Superior del MINEDUC, Juan José Ugarte entregó un extenso panorama sobre los desafíos de la Educación Superior en Chile.

Las cifras entregadas por Ugarte, durante su exposición en la primera jornada de la Bienal, dan cuenta de la urgencia por consolidar los avances en la materia. Objetivos que este último año han debido postergarse debido a la reconstrucción que también ha afectado al área de la enseñanza.

Una vez superada esta etapa, los esfuerzos se centrarán en consolidar, entre otros, una nueva institucionalidad para la Educación Superior. Esto, porque hay situaciones que tienen un rápido e imparable avance. Vivimos la generación explosiva y la divulgación instantánea del conocimiento. Además de la movilidad sin fronteras, ahora los estudiantes y profesionales tienen expectativas, quieren ir a estudiar al extranjero, señaló Ugarte en su presentación.

Así, el representante del Ministerio de Educación admitió que los grandes desafíos en el área están en proporcionar más y mejores oportunidades para que los estudiantes se gradúen en programas de calidad. Esto, garantizando equidad de acceso, ampliando la cobertura, aumentando la graduación efectiva, balanceando las formación entre técnicos y universitarios y acortar la duración de las carreras. Esto último lo vemos enraizado claramente en la cultura educacional de otros países más avanzados,afirmó.

Todos estos puntos adquieren mayor relevancia cuando se observa la cifra entregada por Ugarte respecto a que solo un 48% de los alumnos ingresados se titula, ya sea de Universidades o de Centros de Educación Técnica Profesional. Además de dar cuenta del retroceso que ha tenido la clase media en el ingreso a la Educación Superior, por motivos de restricción de presupuesto, por más de un hijo en la universidad, o por endeudamiento, indicó.

El impulso también quiere darse en el ámbito de la innovación y el espíritu emprendedor. Esto a través del aumento de Doctorados en el país, ya que según cifras de 2009, se titularon 24 doctores por un millón de habitantes, mientras que en Brasil fueron 50 y en Finlandia 94. Además de incentivar la Producción Científica mediante un aumento de las publicaciones y patentes registradas, y creación de consejos de educación que interactúen con las empresas.

Fuente : UTFSM


Inglés: un esfuerzo constante y conjunto

Columna de María Virginia Avilés, profesora del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad Técnica Federico Santa María.

Inglés: un esfuerzo constante y conjunto

Según la reciente prueba SIMCE, el 89% de los estudiantes medidos no logra manejar el nivel básico del idioma inglés. Un resultado pobre, a todas luces, donde la gran mayoría de los alumnos provenía de colegios municipalizados y particulares subvencionados, al igual que el 70% de los estudiantes que ingresan a nuestra Universidad. El resultado SIMCE nos afecta directamente. En el diagnóstico que aplicamos al recibirlos, cerca del 60% no pasa del nivel elemental, confirmando las estimaciones de la medición nacional. El problema de fondo viene de los colegios y la formación docente. Los planteles que forman profesores en este campo deben invertir para que alcancen estándares y manejen metodologías actualizadas y efectivas. El inglés requiere un aprendizaje activo, clase a clase, viviendo las situaciones en el idioma, reproduciendo los contextos a los que se puede ver enfrentado el hablante, para saber cómo reaccionar e interactuar en la lengua. Los otros medios apoyan, pero el profesor y la clase no son reemplazables. En cuanto a la desmotivación de los estudiantes, hay una mezcla de cosas. Un niño de una escuela municipal tiene otras carencias y el inglés no es una necesidad inmediata. Encantarlos con el idioma sería la labor del profesor, a través de actividades y materiales didácticos simples pero creativos. También es importante hacer participar al resto de la comunidad educativa y hacer trabajo colaborativo con los docentes de otras áreas: en síntesis, crear interés en el uso de la lengua. Y esto es válido para todo contexto educativo, no sólo el escolar. Aprender otro idioma sólo trae beneficios, ninguna desventaja. Está científicamente comprobado que una mente que tiene incorporados dos sistemas lingüísticos es cognitivamente más desarrollada que la de un monolingüe. Pero de ello debe estar convencido tanto el que lo aprende, como el que lo enseña, además del proyecto educativo que lo incorpora en su curriculum. No es fácil aprender una lengua extranjera, menos aún para nosotros, que en nuestro “dialecto castellano chileno” no tenemos la mejor fonética, solemos “comernos” los finales de las palabras, las eses, por ejemplo, sin afectar el significado. En cambio una mala pronunciación en inglés puede cambiar el sentido de una palabra.

En suma, hay mucho trabajo por hacer, más en un país donde también hay problemas con la comprensión de lectura y el uso adecuado de la lengua materna. Siendo realistas, no podemos aspirar a un Chile “bilingüe”, porque tal objetivo puede llevarnos a una mayor frustración, pero sí a formar usuarios eficientes del inglés en ámbito laboral y de estudio. Las universidades del país, entre ellas la nuestra, están asumiendo cada vez más el compromiso de implementar planes para dar oportunidad a sus alumnos de lograr ese objetivo, adoptando estándares de suficiencia e implementando sistemas para ayudar a sus alumnos demeritados a lograr lo exigido.

Finalmente, a modo de consejo para los estudiantes, en general, y en especial a los universitarios, considerar inglés sólo como “un ramo más que hay que aprobar” es absurdo y cortoplacista. La automatización de la gramática y adquisición de vocabulario necesarios para llegar a ser un usuario independiente de la lengua –meta que frecuentemente se interpreta como llegar a “soñar” y “pensar” en la lengua- es fruto de estudio y preocupación personal, de constante búsqueda de todas las oportunidades posibles, para adquirir y practicar la lengua, algo que requiere dedicación permanente.

lunes, 28 de marzo de 2011

56,7% de jóvenes no trabaja en lo que estudió

El Instituto Nacional de la Juventud postula que un camino para mejorar esta realidad es dar más oportunidades para compatibilizar trabajo y estudio.

Manuel Fernández Bolvarán

Cuando Felipe Lagos (26) se tituló de publicista en el Instituto Profesional Los Leones, se convirtió en el orgullo de su hogar. No sólo era el primer miembro de su familia en alcanzar un diploma profesional, sino que había terminado una carrera que realmente le gustaba.


Pocos meses después, sin embargo, el orgullo ha ido cediendo terreno ante una incipiente frustración. Ha postulado a más de veinte agencias de publicidad y productoras, pero hoy atiende un puesto de implementos deportivos en un mall del sector oriente. "En todas las ofertas laborales te piden mínimo dos o tres años de experiencia, y ahí se corta el queque", cuenta.


En Chile, seis de cada diez trabajadores de entre 15 y 29 años viven lo mismo que Felipe Lagos, según la Encuesta Nacional de la Juventud 2010, aplicada por el Instituto Nacional de la Juventud (Injuv). La estadística es particularmente llamativa entre los egresados de la educación superior: el 49,1% de los técnicos y el 43,8% de los profesionales tiene un trabajo no relacionado con lo que estudió.


"Como país, nos hemos preocupado mucho tiempo por el ingreso a la educación superior, pero poco del egreso. Estas cifras nos deben hacer preguntarnos si hay un problema, y yo tiendo a pensar que sí", señala el director del Injuv, Ignacio Naudon. Su análisis es que "entrar al mercado del trabajo es muy difícil para un joven; es un mercado que castiga mucho la inexperiencia. Por eso los jóvenes, en su necesidad de trabajar, toman la primera alternativa que se les presenta".

Juan Pablo Swett, director general de Trabajando.com, lo atribuye a que entre postulantes a la educación superior, oferta de carreras y mercado del trabajo no hay un diálogo suficientemente activo: "Esto se traduce en que muchos jóvenes estudian carreras que no tienen campo laboral, o cuyas rentas son tan bajas, que no les queda alternativa que guardar los años de estudio y dedicarse a otra cosa que les permita ser independientes".


El portal de empleo ha detectado que una proporción importante de los profesionales que no trabajan en lo que estudiaron son contadores (18,2%), ingenieros comerciales (13,8%), ingenieros civiles (13%), profesores (8,4%) y trabajadores sociales (7,7%). "Es una tendencia que se da mayormente en las llamadas carreras saturadas, como psicología, periodismo o arquitectura", complementa Swett.

En el caso de Felipe, hay un factor extra. "A veces, el venir de una institución que no tiene tanto renombre como otras te complica el acceder a un trabajo. A uno le dicen en la carrera que tiene un campo laboral amplio y muchas opciones, pero la realidad es muy diferente", sostiene.

Pero no ve las cosas de modo negativo. Cree que su trabajo en el mall le ha permitido aprender a tratar con clientes y que esa experiencia le debiera servir. "Acá hay eventos todas las semanas y vienen productoras, y siempre me acerco a preguntar si hay una opción de trabajo. Hay que buscar la oportunidad", relata.


En el Injuv plantean que la clave es atacar con políticas públicas que permitan más compatibilidad entre trabajo y estudios superiores. Ven ahí una opción para que los profesionales jóvenes ganen experiencia y tengan un primer acercamiento al mercado laboral, que podría allanarles el camino después de egresar.


"Estamos analizando las normativas laborales, para ver qué modificaciones se pueden realizar para que haya más jóvenes que trabajen y estudien", sostiene Naudon.


Mientras, Felipe confía en que hallará su empleo soñado. Esta semana tuvo una entrevista en una productora, y cree que causó una buena impresión: "Tengo fe en que mi actual trabajo es sólo una estación más para llegar a hacer lo que realmente quiero".


Fuente: El mercurio

domingo, 27 de marzo de 2011

Chile es el país de la OCDE donde las familias pagan más por estudiar

Aumento real del valor del arancel mensual promedio entre 2005 y 2010
Universidades suben 12%: Chile es el país de la OCDE donde las familias pagan más por estudiar

Del costo total de una carrera, una familia en nuestro país debe solventar en promedio el 79%; en Estados Unidos, en cambio, pagan el 34% del arancel total de los estudios. Diferencia se explica por los subsidios estatales.

B. Aguirre y M. J. Gutiérrez

"La universidad en Chile es muy cara, especialmente para familias que no tienen mucho dinero", dice Robert Schuppenhauer, estudiante alemán de intercambio en Chile.

El valor promedio del arancel de 12 universidades en Chile, que están entre las más reconocidas se empina sobre los $3 millones al año y hay algunas que llegan casi a los $5 millones. (Ver infografía).

"En 2010 en promedio un estudiante de educación superior de primer año está pagando un 11,9% (real) más que lo que pagaba uno en 2005", explica el jefe del departamento de Investigación e Información Pública del Consejo Nacional de Educación (CNED), Rodrigo Díaz.

Pero el problema no es sólo cuánto cuesta sino quién paga.

En Chile, el 79,2% del costo de las carreras universitarias es financiado por las familias, mientras que en EE.UU. es el 34% y en España el 17%.

"Aquí, para las familias de clase media, que pertenecen al tercer y cuarto quintil, que un hijo entre a la educación superior es más caro que el dividendo de un departamento", sentencia Patricio Meller, economista de la U. de Chile y de Cieplan.

"Chile es el segundo país del mundo con mayor segregación educativa, después de Perú", agrega Mario Waisbluth, coordinador de Educación 2020.

Comparación mundial

En Chile, estudiar en una universidad privada o en una del Consejo de Rectores -que cuentan con aporte estatal- vale prácticamente lo mismo, según el CNED.

Así, el arancel promedio de la Pontificia Universidad Católica es un poco más alto que el de la U. Finis Terrae y más barato que la Adolfo Ibáñez o la de los Andes. La U. de Chile, en tanto, cuesta casi lo mismo que la U. Andrés Bello.

"Al contrario de lo que ocurre en otras partes del mundo, las universidades estatales necesitan cobrar aranceles cercanos al costo real de las carreras impartidas, pues los recursos aportados por el Estado son reducidos comparativamente", explica José Joaquín Brunner, director del Centro de Políticas Comparadas en Educación de la UDP.

En otros países latinoamericanos como Brasil, Argentina y Venezuela las públicas son gratuitas. Lo mismo sucede en ocho de los 31 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En Alemania, en seis Estados no se paga, mientras que en los países nórdicos la educación superior no tiene costo para sus ciudadanos. Esto hace que un 69% de los jóvenes acceda a la universidad en Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia.

Sin embargo, la tendencia en Europa ha sido a subir la tasa de matrícula de las universidades.

Becas y ayudas

Además de Chile hay otros países donde ir a la universidad tiene un costo millonario e incluso es más caro. Por ejemplo, estudiar en Estados Unidos puede valer más de $20 millones al año, en el caso de Columbia.

En este país, al igual que en Chile la ayuda estatal está centrada en becas y préstamos más que en subsidios a universidades. La diferencia está en que, del valor total de la carrera las familias estadounidenses pagan sólo un tercio porque el porcentaje restante corresponde a becas y ayudas públicas y privadas, mientras. En Chile, esa ayuda es menor.

"Conozco poca gente que tiene becas. La mayoría estudia con crédito", cuenta Ignacio Casielles, alumno de Sociología de la PUC que el año pasado logró la Beca de Honor que cubrió la mitad de su arancel universitario. Él pagó al año $1.740.000 y el resto lo cubrió el beneficio.

"El subsidio a la demanda que el Estado realiza, se concentra mayoritariamente en los esquemas de crédito y una parte menor va destinada a becas", aclara Brunner quien dice que hay más de 10 tipos diferentes de becas.

Alanna Murphy estudia en la U. George Washington (privada), donde la matrícula anual cuesta US$ 40.392 (unos $19,5 millones), sin embargo cuenta con tres becas que le financian el 91% de la carrera.

El aporte en becas no es exclusivo de EE.UU. En Francia y España, donde ya el precio de la universidad está subvencionado por lo que estudiar es barato, las familias también cuentan con ayudas y terminan pagando el 10% y 17% respectivamente.

"El costo de mi último curso era de $4,1 millones, pero $3,2 millones estaban subvencionados para todos los alumnos. Yo, por ser de familia numerosa y de bajos ingresos, tuve matrícula gratis y una beca por $1,3 millones para financiar el transporte, alojamiento y materiales", cuenta Linus Marubens, de la U. Autónoma de Barcelona.

Chilenos demoran más en recuperar el dinero invertido en sus estudios que en otros países.

"Los precios de los aranceles que cobran las universidades acá, corregido por ingreso per cápita, está entre los más altos del mundo", dice el economista, Patricio Meller.

Otro tema a considerar es el retorno que significa estudiar, y ahí importa el sueldo al recibirse. En su libro "Carreras universitarias" el economista señala que las carreras relacionadas con ingeniería, salud y negocios son de alta rentabilidad y las de ciencias sociales, arquitectura, agronomía y pedagogía son menos rentables. Y estudiar en una universidad de alta selectividad es más rentable que estudiar en otras menos exigentes.

Sin importar la carrera, en Chile los estudiantes demoran más en recuperar el dinero invertido en sus estudios que en otros países.

De acuerdo a los datos de Futuro Laboral, los profesionales egresados de las 14 carreras más demandadas, ganan a los dos años de egreso en promedio $850 mil al mes y en promedio invierten $3 millones al año para pagar sus estudios. Es decir, trabajando ganan al mes, menos de un tercio de lo que pagaron al año por estudiar.

En España, en cambio, un ingeniero recién recibido gana entre 1.000 y 1.500 euros al mes, lo que es similar a la porción del costo total de la carrera que debió financiar al año. En Francia, un estudiante de arquitectura en una escuela pública paga 600 euros al año y al egresar recibe el doble al mes. Mientras que en Alemania, Robert Schuppenhauer paga de su bolsillo 1.200 euros al año en ingeniería y espera ganar poco más de cuatro mil euros al mes luego de recibirse.


Fuente: EMOL


jueves, 24 de marzo de 2011

Empleo: Contrato psicológico, cuando la letra no impresa sale cara

24/03/2011

Como cada quincena, el boletín Universia Knowledge@Wharton ofrece artículos de gran interés. En esta oportunidad, publica sobre el compromiso que el empleado adquiere con la empresa y viceversa y cómo gestionar las relaciones explícitas en el escenario económico y empresarial actual.


Sueldo, vacaciones, jornada laboral… Un sinfín de puntos a concretar cuando se firma un contrato de trabajo, pero no quizás los más importantes. Las relaciones laborales actuales se están redefiniendo tras la sacudida que ha hecho tambalear los pilares de la economía actual. Cracks bursátiles, pánico en las bolsas internacionales, falta de confianza de los inversores, rescates bancarios, cierres de miles de empresas y millones de parados, son parte del fuerte terremoto que ha movido los cimientos del modelo contractual actual.

En este contexto, el contrato psicológico, el pacto no escrito que se produce cuando el empleado entra a trabajar en una empresa y define el compromiso psicológico entre ambas partes, ha cobrado una importancia crucial. Y es que la reciprocidad entre un individuo y la organización permite el equilibrio en la empresa. Por eso, la ruptura de ese hilo transparente que los une puede desembocar en falta de compromiso con el empleador y bajos niveles de productividad.

El concepto de contrato psicológico no es nuevo. Ya, en 1991, los autores del libro ‘Comportamiento Humano en el trabajo, Comportamiento Organizacional’, Keith Davis y John W. Newstrom, expertos en Management y recursos humanos lo definieron como “una adición al acuerdo económico que cubre los salarios, las horas de trabajo y sus condiciones. (…) Delimita el escenario del compromiso psicológico del empleado con el sistema”. Este conjunto de expectativas no escritas, añade José Miguel Ucero, profesor de Recursos Humanos de la escuela de negocios ESIC, en Madrid, “tiene una correspondencia directa con el grado de satisfacción de las relaciones y es clave en la continuidad de las mismas. Por ello, tiene efectos sobre la motivación personal, el nivel de compromiso, el clima laboral y la fuga de talento”.

Por tanto, ¿cómo habría que gestionar las relaciones explícitas entre empresa y empleado en el escenario económico y empresarial actual?

Las técnicas de reclutamiento, claves en el contrato

Los expertos señalan que cuando una persona pasa a formar parte de una organización, tras la selección y su inserción en las labores diarias, la empresa debe preocuparse por crear condiciones que permitan al trabajador sacar el máximo partido a sus herramientas profesionales para lograr los objetivos personales y los organizacionales.

Precisamente en la selección llevada a cabo hoy en día por las empresas se han detectado errores que fomentan el incumplimiento del contrato psicológico. Según la tesis titulada “Las nuevas técnicas de reclutamiento vistas bajo el prisma del contrato psicológico” publicada a finales de verano 2010 por la Escuela de Managment de Lille, en Francia, las herramientas utilizadas en la selección del personal, como los eventos informales, el reclutamiento rápido y el reclutamiento basado en técnicas web, provoca una fractura o directamente el fracaso del contrato psicológico.

Las técnicas en sí no son erróneas, sino su forma de aplicarlas, por lo que la autora de la tesis, Tamara Podlunsek extrae una serie de recomendaciones. Hay que vincular a los empleados en los nuevos procesos de reclutamiento y a los objetivos de la empresa; se debe mejorar la supervisión de los primeros años en el negocio del nuevo empleado; mejorar su situación laboral y sus condiciones y sobre todo establecer unos buenos canales de comunicación que faciliten la información desde abajo hacia arriba.

Por su parte, Ucero, de ESIC, señala que “hay que cuidar los momentos clave, como procesos de selección, evaluación del desempeño y del potencial pues se suelen prometer cosas que luego es difícil cumplir". "La memoria ante esos momentos es selectiva y el interesado no olvida las promesas”, advierte.

En opinión de Juan Carrión, también profesor de Recursos Humanos de la misma escuela de negocios, “muchas empresas, y en concreto, muchos directivos cortoplacistas no suelen tener muy presente la importancia del contrato psicológico. Es más, muchos creen que tiene que venir de serie en las personas y que no tiene nada que ver con ellos”.

Pero esto no sucede por arte de magia. Margarita Mayo, directora de cátedra de Liderazgo de IE Business School, ejemplifica una situación cotidiana en donde el empleado se vuelca con la empresa más allá de lo acordado. Por ejemplo, cuando los empleados tienen que quedarse más horas para acabar un proyecto a tiempo o tienen que atender los problemas de un cliente como hizo una azafata de una aerolínea de bajo coste americana que se ofreció a cuidar a un perro unos días porque la cliente no podía llevar al perro en el avión. “Este tipo de conducta del empleado que va más allá de lo que se espera según su contrato sólo se consigue si hay una relación emocional basada en la lealtad y la identificación del empleado con la empresa y su misión”.

Las consecuencias del incumplimiento

El profesor de ESADE y autor de varios estudios en el ámbito de los recursos humanos, Carlos Obeso, apunta desde las conclusiones de la publicación “Jóvenes, profesionales y urbanos”, publicado en 2011 en España, en colaboración con la empresa de contrato temporal Randstad, que ha habido una ruptura de ese contrato psicológico en la última década. “Antes la empresa daba al trabajador una seguridad y si cumplía unos objetivos y requisitos, tenía la convicción de que iba a ser ascendido o recompensado. La lealtad del trabajador, por tanto, era recompensada. Hoy en día ese pacto no escrito se ha roto porque implica una economía estable en la trayectoria de la empresa”.

El experto en recursos humanos explica que el profesional pide a la empresa “un proyecto donde desarrollar las capacidades y competencias, una correcta política de conciliación de la vida laboral y familiar y unas relaciones empresariales basadas en la autenticidad no en el ordeno y mando porque soy el superior”.

Carlos Obeso apuntaque “ahora hay una inestabilidad [laboral] clara. Un contrato indefinido no significa nada” y es que en su opinión este contrato psicológico con la empresa es como el matrimonio. “Uno se casa pensando que es para toda la vida, si no, no lo hace”. Margarita Mayo dice que la ruptura de este pacto no escrito “va asociado a una especie de divorcio entre la empresa y el empleado en el que disminuye la satisfacción y el compromiso con la organización, baja la productividad y aumentan los deseos de abandonar la empresa”.

Por su parte, el director general de la Fundación Adecco, entidad que apuesta por la inserción laboral de las personas con dificultades para encontrar empleo, Francisco Mesoneros, puntualiza que “es evidente que tiene que haber un equilibrio entre el salario monetario y el emocional. Con una retribución económica injusta, el trabajador puede caer en la desmotivación y en la falta de expectativas, pero al mismo tiempo, la ausencia del compromiso del empleado con la empresa puede tener consecuencias nefastas que afectarán directamente en la productividad”.

Si un trabajador no adquiere un contrato psicológico con su empresa, o lo rompe, no entiende los objetivos de la organización como suyos, y se desvincula de ellos, la relación trabajador-empresa está avocada al fracaso. “Esto se traduce en desmotivación, una menor orientación a resultados, y en definitiva, un compromiso menor en el trabajo”, añade.

Precisamente la palabra “compromiso” es la clave para Carlos Obeso. “Aunque no sienta la empresa como mía y hoy pueda trabajar en una compañía y mañana en otra, sí tengo que comprometerme con mi trabajo y durante mi estancia en la organización dar lo mejor de mí para cumplir los objetivos empresariales”. “Cuando se rompe el contrato psicológico la relación laboral se cosifica, convirtiéndose, para ambas partes, en un simple medio para un fin…”, matiza Juan Carrión de ESIC. Y es que cualquier empleado espera de su trabajo no solamente un salario o unos beneficios económicos, “sino también un sentido de pertenencia a una organización de la que pueda sentirse orgulloso y con la que construye su propia identidad profesional”, completa Margarita Mayo de IE.

Ya lo avanzó Adam Smith en el siglo XVIII, “el hombre busca el máximo placer en el trabajo con el mínimo esfuerzo”. Y es que los objetivos empresariales e individuales no son los mismos. Los trabajadores tratan de sacar mayores beneficios de la empresa sin que su contribución sea excesiva, mientras que muchos empresarios explotan a sus trabajadores para obtener una mayor rentabilidad.

Francisco Mesoneros apunta que "el trabajador que comienza a prestar sus servicios a una empresa adquiere derechos y obligaciones, y entre los primeros, está, indudablemente, el negociar y conocer las expectativas y posibilidades que va a tener dentro de la organización. La comunicación entre directivo y subalterno debe ser bidireccional, transparente y sincera, para de este modo no caer en la desilusión o en la frustración profesional”.

La ruptura del contrato psicológico es negativa, por tanto, para el empresario y para el trabajador. Ambos salen perdiendo. “El empleado se sentirá engañado, pasará por una etapa de frustración y tendrá consecuencias sobre su comportamiento. Una vez producido esto optará por marcharse o peor todavía quedándose, generando un ambiente enrarecido y negativo a su alrededor”, señala José Miguel Ucero de ESIC.

Recomendaciones para evitar la ruptura del contrato psicológico

Los contratos se infringen consciente o inconscientemente por desconocimiento de sus reglas. Si hay razones empresariales que justifican otras reglas de juego, el trabajador debe conocerlas. Por ello, es importante comunicar los cambios que se producen y las razones que llevan a ello, así como sus consecuencias. Es clave comunicar también, lo que no va a cambiar para evitar especulaciones y minimizar incertidumbres. “Lo más importante es ser consciente de que la relación entre trabajador y empresario no es únicamente instrumental sino que tiene un aspecto social y emocional”, aclara Margarita Mayo de IE.

“El empresario debe preocuparse por la motivación de sus empleados, aplaudirles el trabajo bien hecho, reconocer sus esfuerzos extras y atender sus dudas, inquietudes y expectativas profesionales. Para ello, el diálogo y la buena voluntad del directivo son esenciales”, recomienda Francisco Mesorenos de Adecco. José Miguel Ucero, añade que “explicitar las expectativas no escritas por las partes, facilita el contrato psicológico, pues si no son coincidentes, el incumplimiento es más probable. Por esta razón, una buena comunicación interpersonal es vital”.

En definitiva, si en algo coinciden todos los expertos es que potenciar valores como la coherencia, la integridad y el compromiso, permite crear un ecosistema donde personas, compañeros, jefes y organización se respeten y por tanto las expectativas del contrato laboral y del psicológico se vean cumplidas.